viernes, 4 de junio de 2010

TEORÍA DE LA JUSTICIA EN EL CASO HOLLINGER vs CONRAD BLACK

El poderoso empresario de los medios Conrad Black, que en su momento dirigía un influyente imperio de prensa con periódicos como Daily Telegraph de Londres; National Post de Canadá; Jerusalem Post y el Chicago Sun-Times-, fue condenado en Estados Unidos por fraude y obstrucción de la justicia en un complejo juicio que podría derivar en una condena máxima de 35 años de cárcel. Black, de 62 años y miembro de la Cámara de los Lores de Gran Bretaña, estaba acusado junto a tres socios de haber desviado un total de 60 millones de dólares mediante un montaje financiero fraudulento, en el marco de la venta de los activos de la empresa Hollinger International al grupo de prensa canadiense Canwest en el año 2000.

Un jurado de Chicago lo encontró culpable de tres cargos relativos al fraude, cada uno de ellos con una pena de hasta cinco años de cárcel, y otro de obstrucción a la justicia, que puede valerle otros veinte años. Cuando se conoció el veredicto, Black, quien nació en Canadá, permaneció tranquilo e imperturbable, pues en el fondo no reconoció que era los más justo para él, pero para los demandantes al menos lograrían subsanar en algo los daños causados a los miembros de su compañía.

No obstante, durante el transcurso del juicio, los miembros del jurado oyeron al hombre de confianza del acusado, David Radler, quien sin pensarlo dos veces optó por declararse culpable y aceptó participar como testigo de cargo en el proceso pero pidió que se inicie un procedimiento justo en su condena. Por ello, solicito como condición justa que su pena sea limitada a dos años y tres meses de prisión. Allí, Radler acusó a su ex jefe de ser el responsable directo del desvío de los cuantiosos fondos de las arcas de Hollinger International en provecho de ciertos dirigentes de la empresa. Según explicó, usaron un plan vil y engañoso que les permitió embolsar abultadas sumas de dinero en gastos indebidamente atribuidos a la venta de activos de Hollinger a Canwest.

Dentro de las pruebas encontradas y con poder forjar un resultado justo, los miembros del jurado pudieron ver un video en el que Black aparece cargando en su automóvil trece cajas de documentos, después de que la Comisión de Valores y Bolsa (SEC) le notificara que se había abierto una investigación sobre sus transacciones. Black, habría proclamado vehementemente su inocencia. Sostenía que las investigaciones no seguían un procedimiento lícito y apropiado, pues era víctima de fiscales demasiado celosos y de accionistas dispuestos a desmontar pieza por pieza el grupo que él creó a partir de cero.

Cabe indicar que antes de iniciar el juicio, Black quiso lograr que en algún lugar del mundo un jurado lo comprendiera, Por este motivo pensó erróneamente que lo mas adecuado hubiese sido recibir su condena de la manera más justa y equitativa en los Estados Unidos, donde la gente común venera a los ricos, porque están convencidos de que ellos podrían ser los próximos (a diferencia de esos envidiosos, déspotas y sobre-protegidos europeos y canadienses), pero desafortunadamente para este señor dicha ideología que tenía hacia los peritos norteamericanos fue una falacia total. Por otro lado, sus abogados hasta argumentaron sin éxito alguno, que su cliente no podía conseguir un proceso justo, porque el hombre común de Chicago "no habita en más de una residencia, no tiene sirvientes ni chofer, ni disfruta de lujosos muebles ni hace costosas fiestas, por lo que no son aptos para entenderlo y por lo tanto no podrían juzgarlo correctamente ya que ambas partes no escogerían principios de justicia mutuamente aceptables.

En síntesis el que fuera magnate de los medios de comunicación, Conrad Black, mediante un procedimiento lícito y justo fue condenado a seis años y medio de prisión. Además, tendrá que pagar como indemnización una multa de 125.000 dólares (85.000 euros) por el fraude de seis millones de dólares (4 millones de euros) a la empresa Hollinger Internacional. Por último Black debió pensar que lo racional no es intentar maximizar sus beneficios a costa de acciones malévolas sino el de minimizar sus riesgos futuros. Dado que las instituciones que él eligió liderar van a pesar hasta el final de sus días, por ello debió asegurarse que su compañía no lo fuera a perjudicar seriamente como aconteció en este caso.



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